lunes, 16 de enero de 2012

Una Percepción Biocéntrica del Movimiento

Contribución del Prof. Didacta Sanclair Lemos

La percepción biocéntrica es la percepción que surge a partir de la vivencia del Principio Biocéntrico, una serie de postulados elaborados por Rolando Toro Araneda. De acuerdo con el Principio Biocéntrico, la vida es el centro y el referencial para toda acción y reflexión del individuo en la realidad. Tomando a la vida como referencial absoluto para nuestra vivencia y comprensión de la propia vida y del mundo, percibimos que los seres vivos se presentan siguiendo una diversidad de estructura y organización, desde los organismos más simples, unicelulares, a aquellos más complejos. Los mamíferos, por ejemplo, se expresan en movimientos más variados, ricos y complejos que los peces y las aves.

El ser humano es un organismo extremadamente complejo. Un eje en la corriente evolutiva; el "Homo Sapiens" desenvolvió filogenéticamente aptitudes y capacidades que le permiten una expresión refinada y sutil de sí mismo en tanto organismo que presenta una organización psicomotora y social.

El individuo humano, a partir del desenvolvimiento de su potencial biológico, puede alcanzar niveles inéditos de integración y optimización de su sistema orgánico y su estructura y organización internas. Cada individuo trae consigo el potencial para la expresión plena de sí mismo como ser humano. Podemos expresar y reflejar la totalidad de la Naturaleza, percibir y vivenciar los ritmos que se alternan y se complementan en ciclos eternos, sentir la pulsación de expansión y recogimiento siempre presente en la alternancia de los días y las noches o en el movimiento de flujo y reflujo de las mareas. En nosotros mismos sentimos la fuerza y la determinación en armonía con la levedad y la suavidad. Los ritmos cósmicos, en sus movimientos circulares y remolinos espiralados de energía, están presentes en la naturaleza, en el movimiento de los vientos, del agua, del fuego y de la tierra. En la naturaleza contemplamos los movimientos eternos de conexión con la totalidad, presentes en un riacho de montaña, que corre siempre, con suprema paciencia y fluidez, o en la fuerza de los vientos que soplan fuertes esculpiendo las dunas de arena blanca, o en la suave potencia de las ondas del mar. Son los movimientos de la vida, los mismos que se expresan en todos los seres vivos, en los peces de todas las aguas, en las aves del cielo, y en los mamíferos, caballos, tigres y hombres. El hombre trae consigo el movimiento del mundo. Organismo biológico complejo, que desenvolvió la capacidad de auto-organización, auto-renovación y auto-trascendencia, el ser humano puede alcanzar niveles superiores de integración y expresión. El movimiento del ser humano expresa su propia complejidad e integración en todos los aspectos de la vida. El ser humano existe en la realidad del mundo a través de su propio movimiento. Es por el movimiento que se da a conocer la identidad de todo el individuo, su ímpetu vital, su creatividad, su capacidad de vinculación afectiva, su sensualidad. Cada persona posee un potencial infinito de integración y expresión que necesita ser estimulado en sus diversos aspectos vivénciales.

Uno de los aspectos fundamentales en el proceso de desarrollo del individuo es la organización e integración de sus movimientos. El hombre se acostumbró a pensar que posee un cuerpo y dice: "mi cuerpo" o "mi movimiento". No hay separación entre el ser y el organismo que expresa el ser. Cada uno de nosotros es su propio cuerpo en movimiento. El movimiento es siempre de un determinado organismo y ese movimiento puede ser integrado o disociado.

El movimiento es integrado cuando presenta coherencia con el sentimiento y pensamiento que le dieron origen. Surge entonces la unidad expresiva del ser, unidad esta compuesta por el sentimiento, por el pensamiento y por el movimiento. La integración presenta también coherencia entre pensar y actuar, entre sentir y pensar. Nuestros movimientos son, en verdad, la expresión fiel de aquello que somos. Cuando por algún motivo, rompemos la unidad entre pensamiento y sentimiento, entre pensamiento y acción, o entre sentimiento y acción, los movimientos del individuo se muestran tensos, rígidos, incoordinados y disociados. Pensamos entonces algo en desacuerdo a lo que sentimos y actuamos en desacuerdo con ambas cosas, sin conexión con lo que sentimos o pensamos. En esas circunstancias, el organismo y el movimiento, que es su expresión auténtica, se muestran rigidizados y disociados en su expresión original de organismo vivo.

Observamos que algunas categorías de movimiento refuerzan esa condición general de desorganización del cuerpo y del movimiento, como las prácticas mecanicistas basadas en la tensión y en las repeticiones, con poca o ninguna posibilidad de expresión y creatividad. Otras categorías de movimiento aparecen como movimientos integradores. Son movimientos que refuerzan las relaciones ultra estables del organismo y elevan su nivel de organización intra-orgánica. Son movimientos propios, expresivos, que surgen a partir de la vivencia auténtica del organismo. El ser humano es aquello que su movimiento revela; su propio movimiento se revela como un medio para el descubrimiento de nuevos estados de integración y vinculación humanos. Rolando Toro Araneda, a partir del Principio Biocéntrico, creó Biodanza, que es un sistema de desarrollo de potenciales humanos a través del estímulo de sus líneas de expresión vivencial, del refuerzo de la identidad del ser y de la inducción de estados de vinculación. De acuerdo con la propuesta de Biodanza, los potenciales de vida del ser humano se manifiestan en la realidad a través de cinco canales de expresión vivénciales. Ellos son: vitalidad, sexualidad, creatividad, afectividad y trascendencia. La línea de vivencia de vitalidad está relacionada con la capacidad vital del organismo, con la vivencia plena de ser y existir, con la salud, el trabajo y el reposo, con el ímpetu vital.


El movimiento es la expresión de ese impulso o ímpetu vital; el movimiento que nos anima es el movimiento de la propia vida en nuestro organismo. Movimiento, Factor de Evolución l movimiento humano presenta una doble característica. Él es la forma básica y primordial por la cual el ser humano se revela y se presenta en el mundo, como un ser en evolución. El ser humano, como notamos anteriormente, es un eje en una infinita cadena evolutiva de expresión de la vida cada vez más plena, compleja y diferenciada. En su otra característica, el movimiento del ser, al configurar su ser-estar en la vivencia de la vida, es él mismo un factor de evolución y desarrollo. El desarrollo de la motricidad y del movimiento está en la base del desarrollo global del niño. En el aspecto cognitivo, los esquemas mentales que se combinan para la formación de imágenes mentales y pensamiento, tienen su origen en la búsqueda, hecha por el niño, de la aprehensión de su mundo a través del movimiento, de sus necesidades básicas y de un agudo sentido de exploración del ambiente en donde se encuentra. La primer inteligencia del niño, anterior a cualquier elaboración de orden operatorio, es una inteligencia fundad en las sensaciones y en la motricidad.

El movimiento se muestra como factor estimulador y organizador del desarrollo del pensamiento del niño.

El organismo humano percibe el mundo a través de sus sistemas perceptivos y analizadores. Los órganos responsables de la percepción necesitan, como todos los órganos, estímulos para su funcionamiento pleno y adecuado.

Lo contrario de lo que habitualmente se piensa, en la medida en que el sistema viviente humano se mantiene activo, más apto estará para la actividad. Son las propias experiencias perceptivas de orden variado las que enriquecen y estimulan el desarrollo y la organización de las estructuras responsables de la percepción. Es a través del movimiento que el niño busca nuevos estímulos y ejercita nuevas posibilidades perceptivas y motoras. Con la evolución del espacio de acción manipulatoria hacia el espacio locomotor, la experiencia perceptiva del niño se enriquece y se amplía a través de sus actividades exploratorias y creativas. Es su capacidad refinada de moverse en el ambiente la que le permite percibir ese mismo ambiente de manera más amplia y compleja. El movimiento perceptivo-expresivo integra y enriquece las posibilidades del organismo que se percibe y percibe el mundo, actuando y modificando ese mundo, y modificándose a sí mismo en ese proceso. Por esta razón, los métodos empleados para la enseñanza y el aprendizaje del movimiento deben volcarse hacia el estímulo de los potenciales del niño o el adulto, deben valorizar el auto-descubrimiento, la expresión de la creatividad; deben promover la aceptación y el estímulo de las formas individuales de respuesta y expresión. Y deben orientarse por el principio lúdico y del placer, recordando también que la amistad y el afecto -además de la alegría- son emociones mediadoras fundamentales en los procesos de aprendizaje volcados hacia el desarrollo, y que la calidad de la relación que se establece entre facilitador y alumno es la que verdaderamente va a permitir o impedir que ocurra un proceso de aprendizaje significativo para todos los que participan de la relación educativa, tanto sean facilitadores como alumnos. necesitamos apartarnos de las metodologías dualistas, que separan la mente del cuerpo; de las propuesta analíticas que dividen el organismo y el movimiento por partes con la intención de comprender el todo a partir de la separación de las partes; de los métodos mecanicistas que buscan el "aprendizaje" a través de la repetición mecanizada del movimiento.

El proceso de repetición del movimiento, al no estar establecido en un significado interno propio del alumno, lleva únicamente al condicionamiento perceptivo y al estereotipo, tan presente en el cuerpo y el movimiento de quienes se someten a estos métodos de aprendizaje o entrenamiento. A las metodologías analíticas o mecanicistas no les importan las circunstancias individuales de las personas, sus posibilidades y su condición actual de desarrollo. Lo que importa es la forma del movimiento dada por el profesor, y el número de veces que debe ser repetido, todos de igual manera, como en una línea de montaje de futuros robots incapaces de dar una respuesta propia y original a un problema motor. La mecanización rigidiza el organismo y anula su sensibilidad, su percepción y su creatividad. Necesitamos aproximarnos a metodologías orgánicas y biocéntricas, que buscan estimular el potencial expresivo y creativo de las personas, incentivándolo a descubrir su propio movimiento y su manera particular de ser en el mundo; abordajes pedagógicos que visan la alegría y el placer de aprender, en donde el objetivo sea acompañar la trayectoria de las personas, estimulando y facilitando la aparición de un estado de disponibilidad orgánica y motora, y de integración de la unidad interna de niños y adultos, hombres y mujeres.

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Sanclair Lemos es Facilitador Titular Didacta en Biodanza y Profesor de Educación Física. Esta nota fue confeccionada con fragmentos de un trabajo mayor, publicado originalmente en los Cadernos de Biodança, órgano de divulgación de la Escola Gaúcha de Biodança.
Traducción castellana del original en Portugués y organización del texto: Prof. Didacta Carlos Pagés







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